martes, 9 de octubre de 2012

Capítulo 1: Patrick

7:30 a.m. El despertador sonó, el hombre de la cama empezó a tantear a ciegas. Se respiraba sueño en el ambiente. Al final consiguió alcanzar la demoníaca máquina y le dio un golpe seco. El pitido cesa. El día comienza.
Se levantó lentamente de la cama y se quedó sentado a un lado de esta, dejando que sus pies descalzos sintieran el frío del parquet. Era agradable, le gustaba. Le despertaba, y eso era importante. Se frotó los ojos fuertemente, para estar seguro que no soñaba.
Dejó que su cuerpo se desplazara al baño y dejó caer el pijama y su ropa interior sobre el suelo. Se metió en la ducha y limpió su cuerpo. El agua caía, sus manos bailaban sobre su cuerpo creando bellos dibujos a través de la espuma. Se sumergió en una orgía de piel, shampoo, gel y agua. Amplios movimientos circulares por su cabello, cara, hombros. La ducha matutina siempre le relajaba, y le despertaba. Eso era importante. 
Se metió en su albornoz y empezó a secar su cuerpo. Después cogió la ropa del suelo y la lanzó dentro de la cesta. Se situó en frente del espejo y se quedó mirando su figura. Pelo rubio y corto, podía peinárselo levemente con los dedos pero no era tan largo como para que adquiriera voluntad propia. Piel clara, ojos grandes. Barba arreglada, mirada profunda. Cuerpo musculoso, más bien atlético. 1'85, 74 quilos. Cincuenta años, en la flor de la vida. ¿O eso fue ayer? Se embutió dentro de su traje Hugo Boss, negro mate. Colocó sus pies dentro de sus zapatos de punta y se anudó bien la corbata.
Bajó las escaleras relajadamente, no había prisas. La pared estaba pintada de varios cuadros. Su sobrina Clarice, cuyo nombre descansaba sobre su pierna. Su hermano Frank, junto a su esposa Emily. Patrick estaba soltero. Estuvo casado una vez, no duró mucho. Ella bebía, mucho. Patrick ni bebía, pero si fumaba. Se encendió un cigarrillo y se lo llevó a los labios mientras encendía la cafetera. Accidentes, viajes, rupturas de famosos. El tiempo. Las noticias nunca decían nada nuevo. El mundo no le parecía aburrido, tampoco interesante. Tal vez nada le sorprendía, pero siempre aparecía algo inesperado. Decidió coger el periódico el jardín y ojearlo un poco. También había cartas. Greenpeace había ya cobrado su último cheque. Frank le enviaba una foto suya desde Turquía. 
Su móvil sonó, su hermana Joanna le recordó que esta noche tenían cena familiar. Mamá tenía una noticia. Se bebió el café y comió un par de croissants. Dejó todo en el fregadero y fue hacia el garaje.
Su casa no era muy grande, tampoco pequeña. Él tenía un sueldo medio, una buena vida pero humilde. Gastaba lo justo, no se dejaba llevar por grandes lujos. Algún libro, algún DVD, un viaje de vez en cuando. Se gastó 125 $ la semana pasada en un vestido para Clarice. Adoraba a esa niña, era tan dulce, tan inocente, tan buena. Su hermano trabajaba en una agencia de seguros, Emily era enfermera. Su madre llevaba ya unos años jubilada, le gustaba escribir y dar de comer a los pájaros. A Patrick le gustaba el café, los cigarros, los trajes bonitos y los días tranquilos. Gastaba poco dinero en café, cigarros y trajes. No creía que fuese bueno concentrar su economía en esos pequeños vicios, pero le gustaban. Concentraba sus gastos en comer, el gimnasio, Greenpeace, Clarice, los Wizards y la gasolina para su coche. El coche no era muy caro, un Dodge. Pero gastaba, tal vez demasiado.
Se metió en su coche, se abrochó el cinturón y empezó a ir al trabajo. Oficina, odiaba las oficinas. Pero la suya era amplia, con vistas bonitas y aire acondicionado. Su empresa trataba casos de fraudes bancarios. Era como el archienemigo de Bank of America, Citybank y Morgan Stanley. Él sólo ordenaba el papeleo.
En la radio sonaba Dani California. Le relajaba esa canción, subió un poco el volumen. El sol empezaba a pegar fuerte, cogió sus gafas de sol. Torció a la derecha, esperó en el semáforo, adelantó un camión, salió de la ciudad, cruzó el puente, entró por la calle ancha de las palomas (así la llamaba él, por la tarde se concentraban palomas en una plaza a un lado de la calle y los niños corrían para espantarlas), dejó cruzar a la anciana y pasó por el cruce cuando su semáforo estuvo verde. El coche que le embistió no respetó su semáforo.

7 comentarios:

  1. No eres diez por haber puesto "shampoo".

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  2. Como siempre digo cuando leo el principio de una novela... Sigue. Formalmente me gusta, con mucha puntuación pero sin acelerarte, respetando los tiempos de la acción. Avanti :)

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  3. Hay algo que no me termina de cuadrar... lo cortó del capítulo, lo parco de la especificación o lo pausado del ritmo. Sin embargo, en honor a tu blog, le daré otra oportunidad. Estaré esperando el siguiente capítulo. ¡No me defraudes, Patrick!

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  4. En cuanto a lo corto del capítulo: No es una novela para publicar, es un blog. En internet son más atractivos los textos no demasiado largos, ni cortos. Una pantalla cansa.
    Parco de especificación: Supongo que dices que cuento 4 cosas en el fondo. Bueno, no era más que una pobre presentación de un personaje que acaba... como habéis leído. No diré nada más.
    Lo pausado del ritmo: Nunca escribo así, pero me parece atractivo cuando leo algo así. No se si usaré más ese estilo, tal vez sí o tal vez no.

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  5. Para mi gusto, demasiado detallismo en el principio, y se me hace un poco incómodo tantas frases cortas y tantos "peros" o antítesis.
    Sin embargo, te seguiré leyendo, es interesante.

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  6. El detallismo se debe a que quiero presentar DEMASIADO al personaje, para convencer que es el protagonista. Y luego dejar la incógnita de si lo es.
    Las frases cortas y repeticiones sólo era una prueba de estilo distinto, ya veo que no muy acogida xD Volveré a lo de siempre pues.

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  7. Si el estilo no está mal, pero siempre puedes combinarlo todo sin que resulte cargante.

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